Este Hombre Sobrevivió Dos Años de Terapia de Conversion en el Sótano de una Iglesia
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Cuando Darren Calhoun era un estaduiante de segundo año del colegio, un sacerdote le dijo que si seguía sus instrucciones y rezaba lo suficiente, el podría «complacer» a Dios, es decir, dejar de ser gay. Calhoun, un joven impresionable intentando vivir una vida moralmente correcta, creyó en esta figura fuerte y carismática, particularmente porque su iglesia contribuía con mucho trabajo a la comunidad.
El sacerdote convenció a Calhoun que se diera de baja de la universidad y se mudara al sótano de la iglesia, recibiendo un insignificante salario de 50 dólares a la semana. Calhoun paso los siguientes dos años siguiendo las instrucciones de su sacerdote. Él le diría que ser gay es terrible, que el diablo quería que estuviera «lleno de SIDA» y que Calhoun sólo necesitaba «estar bien con Dios».
«Pienso que la masculinidad tóxica impulso la ignorancia y la homofobia que conducía las acciones del sacerdote,» dijo Calhoun en un artículo acerca de su experiencia. «El tiene miedo de aquello que no puede entender, así que busca eliminarlo».
Después de dos años, Calhoun decidio que muchas cosas en su vida necesitaban arreglarse; sin embargo, su sexualidad no era una de ellas. «Me di cuenta de que no importa lo que hiciera, no podía cambiarlo. Y no necesitaba hacerlo».
Darren Calhoun, ya con 38 años, se ha convertido en un líder de la comunidad LGBTQ desde entonces. Trabaja en la Campaña Nacimos Perfectos del Centro Nacional por los Derechos de las Lesbianas para terminar con la terapia de conversion en los Estados Unidos.
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Un estudio en 2018 dice que 20,000 jovenes LGBTQ entre los 13 y 17 años de edad recibieron terapia de conversión de un profesional de la salud antes de los 18 años. Aproximadamente, 57,000 jovenes recibieron tratamiento de un consejero espiritual o religioso.
Casi todas las grandes asociasiones psicológicas en existencia condenan a la terapia de conversión como una forma de tortura psicológica. Se ha reportado que se ha llegado a usar terapia de electrochoque, confinamiento solitario, humillación, violación, palizas, medicación forzada y otras formas de tortura física y psicológica durante la terapia de conversión para forzar a la gente a cambiar su orientación sexual o su identidad de género, incluso si no hay evidencia científica que demuestre que un cambio es posible.
Encuestas realizadas muestran que la mayoría de los Americanos se oponen a la terapia de conversión, y la Suprema Corte de los Estados Unidos se ha rehusado a escuchar casos desafíando estas restricciones como una violación de libertad de culto.
Todas las asociasiones psicológicas profesionales han calificado a esta práctica como una forma de abuso mental. Hasta ahora, 13 estados de los Estados Unidos han prohibido esta peligrosa práctica, y Delaware podría estar por incluirse, puesto que una prohibición ha sido aprobada por el Senado de ese estado y está esperando el voto en la Casa de Representantes.