Donde el Amor es Ilegal, Contar Nuestras Historias es la Mejor Herramienta que Tenemos
Con tanta información que nos llega a la palma de nuestras manos, de la cual mucha no es de fiar, es común sentirse abrumado, entumido y perder la esperanza de que podemos hacer algo al respecto. Lo que ocurre en la política raya en lo absurdo y peligroso -a veces extraño no sentirme preocupado y avergonzado de no saber lo último que dijo el presidente, de cualquier país- y si le sumamos el estrés económico que se vive, la poca energía y entusiasmo para ser proactivo se concentra en nuestras propias vidas, en nuestro trabajo, en nuestros seres queridos. Y no es que necesariamente nos falte empatía, pero poco sabemos de lo mucho que está a nuestro alcance para cambiarle -incluso salvarle- la vida a alguien que incluso pueda estar del otro lado del mundo.
Ser visibles como personas LGBTQ es un lujo. Dependiendo de nuestra expresión de género, de nuestro aspecto físico o de cómo nos movemos, es el nivel de exposición y a veces, del peligro que corremos si nuestros colores le incomodan a la persona de a lado. Es por eso que el activismo es un asunto de todos los días, de pequeños actos, constantes y visibles, no solo de salir a marchar una vez al año o manifestarse afuera del congreso. Desde ir de la mano con tu pareja hasta atreverte a salir a la calle con la ropa con la que te identificas, día a día hacemos actos de valentía que poco a poco cambian las mentes y corazones a la gente que nos rodea en casa, en la escuela, el trabajo o en la calle. Y si no les cambiamos de parecer a quienes nos ven, al menos la conversación se inició, no nos pueden ignorar y no nos pueden forzar a vivir en la clandestinidad, en el anonimato. Ya no.
Lo anterior no vino de a gratis. Cientos de personas que hicieron pequeños y grandes gestos simbólicos visibles en los 70’s, 80’s y 90’s en México y en países de occidente abrieron brecha para que hoy nuestra lucha esté en nuestro día a día y para quien quiera ser visible. Muchas personas pagaron el precio de ser pioneras. Seguimos perdiendo vidas debido a la homofobia y transfobia en muchos países de occidente, pero al menos -en teoría- contamos en muchos casos con el respaldo de los estados y de organismos internacionales que reconocen nuestros derechos humanos. Sin embargo, esos pioneros en 70 países, en donde la homosexualidad es un crimen, enfrentan una desolada realidad e inminente persecución, legitimada por quienes se supone deberían de velar por su bienestar.
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Sus historias no pueden quedar en el anonimato, no pueden perderse y dejar que se conviertan en un número más. Tenemos caras, identidades e historias. Compartirlas para exigir justicia es lo menos que podemos hacer.
Where Love Is Illegal (Donde el Amor es Ilegal) es un proyecto que se dedica precisamente a eso, a contar historias de supervivencia de personas LGBTQ de todo el mundo. Su cuenta de Instagram documenta con fotografía esas historias aquellos que tuvieron que hacer y vivir lo inimaginable para evitar ser condenados por quienes son y por a quienes aman.
Existen muchas injusticias en este mundo, pero ser castigados por solo existir es un claro contraste con el privilegio que muchos tenemos de vivir en países y en épocas más incluyentes. Y aquí resurge la pregunta que nos hacemos siempre que nos abruma la realidad: ¿Qué podemos hacer al respecto?
En un mundo globalizado, afortunadamente hay muchas cosas que podemos hacer en casos como este. Muchas veces lo que se nos ocurre hacer, alguien más ya lo está haciendo desde hace tiempo. Si quisieras ir a rescatarles físicamente del peligro, entérate que ya hay organizaciones que les rescatan y tratan de ayudarles a conseguirles asilo político en países Europeos y en Canadá, como Railroad Rainbow. Si quisieras apoyarles para protestar en contra de estos gobiernos opresores para que paren la persecución y cambien sus leyes, Amnistía Internacional y Human Rights Watch hacen mucho cabildeo político para presionar desde afuera que esos cambios ocurran. Haz voluntariado o donales una cantidad mínima pero constante para ayudarles a seguir operando.
En el continente Americano la mayoría de los países caen bajo la jurisdicción de la Organización de Estados Americanos y de sus organismos -la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos– en donde, de agotar las vías legales de tu país, puedes recurrir a estas instancias para buscar la justicia que no obtuviste con tu gobierno. Las Naciones Unidas tienen un Grupo Núcleo LGBTI –del cual México es miembro– y una campaña permanente de sensibilización sobre la diversidad sexual llamada Free & Equal. Ahí debemos seguir presionando para que estos esfuerzos tengan un impacto para quienes necesitan ser escuchados con mayor urgencia.
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Por último, la presión más efectiva -además de lo que puedas hacer al firmar una petición en línea, como las de All Out– se da cuando sabes a quién dirigir el mensaje. Quienes nos gobiernan siempre estarán buscando nuestro voto y confianza, y los grupos anti-derechos como el Frente Nacional por la Familia no tienen miedo a hacerse escuchar. Conoce quiénes son tus diputados y tus senadores, quienes son tus cancilleres y cuáles son las embajadas que representan a estas 70 naciones -en donde el amor es ilegal- en tu país y escríbeles, tuitéales, mándales las historias de quienes necesiten ser escuchados. Usemos las voces que nuestros pioneros pagaron con las suyas para seguir abriendo brecha para nuestra comunidad alrededor del mundo.
Sé parte del cambio y apoya la campaña #DescriminalizaciónLGBT en Facebook y Twitter.
Imágenes destacadas de Robin Hammond para Where Love Is Illegal